El terremoto
Pues resulta que estábamos aquí, en Chile, en Valparaíso, cuando ocurrió el que ha sido el mayor terremoto del año en todo el mundo. Supongo que no es poca cosa.
Aunque es verdad que Valparaíso no fue una de las zonas donde se sintió con más intensidad, lo cierto es que para nosotros, que no estamos acostumbrados a los movimientos sísmicos, fue toda una experiencia.
Cuando empezó, lo reconocimos pero pensamos que sería otro pequeño temblor, de esos que para los chilenos son el pan de cada día. Pero al ver que no paraba y que cada vez era más fuerte, entonces nos dimos cuenta de que esta vez era diferente. Hasta ahora, los sismos los conocíamos desde el interior de alguna casa. Para mí, lo más impactante fue que esta vez tuve tiempo de sentirlo tanto dentro como fuera. Y notar que el suelo bajo mis pies, el mismo suelo de toda una ciudad (y mucho más, como supimos poco después) se movía tanto, fue una sensación extraña.
Cuando paró, no paró del todo. Siguieron las réplicas, la mayoría suaves, aunque hubo dos o tres que nos volvieron a asustar un poco. También hubo, claro, alerta de tsunami. La gente empezó a subir a los cerros. Por suerte, en Valparaíso todo son cerros, así que había cumbres para todos.
Durante la noche no fue difícil conciliar el sueño porque cada poco tiempo las placas tectónicas nos acunaban. Además no ocurrió nada en Valparaíso. Tanto la electricidad como el agua o Internet siguieron funcionando como si nada. Sólo nos quedará la sensación de la tierra moviéndose durante largo rato bajo nuestros pies.
